Orden, generación de juego y producción de goles hace a los equipos, que de acuerdo a su volumen en estos elementos, sean considerados sobresalientes, medios o intrascendentes. De allí la importancia, por encima de todo, de los anotadores o “matadores” como le dicen los argentinos.
“Los cazagoles” son la especie más deseada en el fútbol y vemos por ejemplo, cómo a pesar de sus endebles rodillas, Paulo Wanchope continúa vendiéndose en el mundo del fútbol, gracias a su marca de goleador, desarrollada principalmente en Inglaterra.
Aunque la cuota bajó notablemente hace años, Wanchope aún se muestra como el aromático del gol, sustentado por su pasado y su gran romance con la red.
Su aporte fue clave para el regreso de Costa Rica a la supremacía de la Concacaf en eliminatorias mundialistas de 1998 y más con las clasificaciones en el 2002 y 2006.
Los goleadores son la punta de lanza de los equipos. Si se tiene en esta zona nuestra, donde hay varios equipos parejos, se genera la diferencia. Y por ello cruzamos los dedos porque Álvaro Saborío, en Suiza, se afine como definidor.
Hoy tenemos pocas esperanzas de cara a la red contraria con la selección mayor, que no cuenta con un delantero de la potencia de Wanchope o la certeza que también ratificó Fonseca.
Generar juego hábil e inteligente a la espalda de un delantero, que la emboque a la porteria contraria, es una de las mayores claves. El gol es el amo y señor del fútbol, que no se gana por jugadas, sino poniéndola adentro de la red contraria. En el nuevo torneo otra vez estamos abiertos a ver quiénes ratifican su nivel.