Foto: Fifa.com
Uruguay apostó a su estilo, usó todo tipo de mañas para sacar provecho en un partido cerrado y poco claro para los dos equipos, tal y como querían los charrúas. Ninguno de los dos equipos hizo méritos suficientes para ganar, pero en un tiro de esquina se decidió un partido, para simplificar las cosas.
Costa Rica pobló el medio campo, apostó al toque y al desborde. La fortaleza celeste se hizo sentir desde el primer minuto y no permitieron ningún tipo de contemplaciones. Los costarricenses están poco acostumbrados a este tipo de duelos sudamericanos y se notó. Lo intentaron una y otra vez e incluso con un hombre menos trataron/intentaron de jugar con la pelota en los pies. El empate nunca llegó, las fuerzas se fueron disminuyendo y al final Uruguay se llevó la victoria del Ricardo Saprissa. Como jugar una final lo importante no es jugar bonito sino ganar, pero desgraciadamente para los nacionales no ocurrió ninguna de las dos cosas, y ahora, si es que no podía estar más cuesta arriba la clasificación, el mundial parece esfumarse como toda esperanza.
El mundial está ahí, a un partido que se pierde por 0-1. En la cancha siguen siendo once contra once. Y si el Alcorcón dejó fuera al Real Madrid de la Copa del Rey, ¿por qué Costa Rica no puede eliminar a Uruguay en el Centenario?
Como dijeron por ahí, en este tipo de partidos hay que meter huevo pero también hay que cacarearlo. Se mete, se raspa, se saca la casta y la garra, pero la táctica no se puede dejar de lado. Cabeza fría y corazón caliente para remontar. No se trata de hazaña, se trata de jugar y más allá del resultado, salir cada quien con la frente en alto.
Diversas situaciones tienen a los dos equipos en este punto. Ya no queda una segunda oportunidad. Este miércoles se cierran los cupos para el mundial. Los dos equipos van rezagados del resto. Queda el último sprint. Un partido, nada más. Para los que preguntan si Costa Rica merece ir al mundial, la clasificación no se merece, sino que se consigue. Lo mismo para Uruguay.