Mi jugador favorito: Juan Cayasso por Júlio Córdoba
Por herencia soy liguista y en mi niñez (sin cable e internet) se admiraba mucho a las figuras nacionales. Cuando había mejenga de barrio los chiquitos nos repartíamos los nombres de los destacados del balompié nacional, imitábamos sus jugadas y celebrábamos los goles como ellos.
Después de sobrevivir el episodio higadoso del pase de Cayasso a la “S”, llegó el Mundial, aquel que sería el primero, único y mejor, donde Cayasso puso su nombre en la historia, logró el olvido definitivo de cualquier liguista rencoroso y elevó el ánimo de este país a niveles que no se vivirán otra vez.
El día del retorno los jugadores fueron recibidos como héroes de guerra y -creo- ingresaron en el altar de los “santos populares”, esos que no necesitan autoridad del Vaticano para ingresar en el proceso del corazón de los pueblos.
Diez años después, como en el 2000, iba con papá en el primer bus que hace la ruta San José Puntarenas. Mi tata empezó una charla muy amena con el señor del asiento de la par, temas de fútbol (en los que yo ya estaba diluído y no me interesaban), la selección, las gramillas, la liga, Saprissa, etc.
En no sé dónde el señor hizo parada y papá me lo presentó antes de que se bajara, gentilmente nos dimos la mano, pero no puedo negar que aquella vez, a mis veintitantos, sentí el mismo mecanismo infantiloide de la personalidad que libera adrenalina cuando uno chiquillo ve a Batman o a Supermán (porque cree que son reales). Era Juan Cayasso.
Como real fue su humildad al conversar por mucho rato con un aficionado como papá, de los que viven el fútbol, hacen análisis, encuentran variables, dan consejos a los futbolistas, etc. Sencillez digna de admiración, sobre todo en días como hoy en los que los futbolistas nacionales juegan de las estrellas que no son, quieren recibir las recompensas de los logros que no obtuvieron y miran con desprecio al aficionado olvidando que éste es su razón de ser.
El lunes 11 de junio de 1990 los costarricenses vivieron -aunque yo tenía 4 años- una experiencia inédita. Costa Rica había clasificado por primera vez a una Copa del Mundo y le tocó enfrentar a Escocia en el primer partido. El mundo desconocía nuestro país a nivel futbolístico y no esperaba otra cosa que ver a la selección tricolor ser dominaba completamente por los rivales del grupo C. Nadie imaginaba siquiera que consiguieran un punto.
Bora Milutinović tomó las riendas del equipo y planteó un esquema basado en agrupamiento defensivo y esperar el contragolpe. Frente a los escoceses, salió con un 4-3-2-1 (o 4-3-3 en su efecto ofensivo) 3-6-1 (o 3-4-3 en su efecto ofensivo). Róger Flores, el capitán, como líbero detrás de Mauricio Montero. Por los costados dos jugadores de recorrido y actitud ofensiva, como José Carlos Cháves y German Chavarría. En el medio campo, tres jugadores cerrando los espacios. Ronald González era la sorpresa con tan solo 19 años, junto a dos hombres del Cartaginés, Hector Marchena y Roger Gómez. Por izquierda Oscar Ramírez, uno de los ejes en ofensiva y por derecha Juan Arnoldo Cayasso. En punta Claudio Miguel Jara.
El Nene Cayasso era una pieza fundamental. La movilidad de los tres hombres encargados de comandar la ofensiva era vital Arrancar desde medio campo no es tarea fácil teniendo en cuenta el gran recorrido y la velocidad que debían desplegar. Cayasso no salamente debía atacar por derecha, sino que también acompañar a Jara y llegar a zona de definición.
Salida por los costados con Cháves y Chavarría y pelotazos ocasionales buscando a Jara en punta fueron las constantes en la salida tica. Recuperar el balón en el último cuarto y medio de cancha y generar un contragolpe en velocidad. Durante el primer tiempo fueron pocas las jugadas en donde Costa Rica pudo sorprender. En el segundo, iniciando, empezaron a llegar las oportunidades generalmente atacando por izquierda, a las espaldas del recién ingresado McCoist. La jugada del gol empieza desde ahí. Costa Rica comenzó a sumar hombres al ataque con atrevimiento. El balón cruza por en frente del área de Escocia, Marchena la toma, rompe por el centro, sirve para Jara quién se adelanta a los centrales y da un pase magistral de taco para Cayasso, quién nuevamente aprovechó los espacios generados por ese sector derecho escocés. El gol que cambió la historia del futbol costarricense y de paso una jugada que da nombre a este blog.
Escocia apostó como siempre al juego directo británico. Un 4-1-3-2 con el skipper Aitken por delante de los centrales. Lo tenían bien claro para buscar a McInally, delantero del Bayern Munich, por izquierda. Fuese por alto o por bajo. Las llegadas de Mo Johnston por derecha. Las subidas de Malpas. En jugadas a balón parado de igual forma buscar a McInally y McPherson por alto. Defensivamente eran sólidos por el centro del campo, pero hacia los costados les faltó presión. Los carrileros costarricenses aprovecharon esos espacios para realizar sus ataques. Evidentemente en juego aéreo era muy dificil superarlos por lo que evitaban ese estilo con centros al área. Por el contrario era más efectivo a ras de césped para sorprender y rematar desde donde hubiera espacio frente al área. En el segundo tiempo hubo un cambio interesante en Escocia. Salió Gough y entró McCoist. Su labor era atacar la izquierda costarricense. Sobre Cháves. Ahí fue importantísimo el dobleteo con Róger Gómez para evitar que McCoist encontrara las vías. Por el contrario, Costa Rica supo defenderse y ante los espacios dejados por McCoist, iniciar los contragolpes. El tiro le salió por la culata al entrenador Andy Roxburg, quien había llegado a reemplazar en el puesto a Alex Ferguson. El entrenador actual del Manchester United había asumido el puesto en 1986 ante la trágica muerte de Jock Stein.
Después del gol, Costa Rica tuvo más espacios para atacar, sin embargo poco a poco fue retrocendiento hasta ser arrinconado por Escocia. Aguantaron el resultado con un Gabelo Conejo que se agigantó. Psicológicamente los escoceses se sintieron sobrepasados ante la impotencia de romper el cerrojo. El árbitro Loustau pitó el final y el júbilo estalló en todo el país.
Comparación de las formaciones de aquel juego, con las edades y clubes en aquel momento:
“…Tres entusiastas niños practican el futbol en un parque de árboles altos y de poca hierba, y evocan con gritos a sus ídolos.–¡Yo soy (Rinat) Dasaev…!, vociferó el primero de los guardametas improvisados.
Mientras uno de ellos imitaba en los tiros a Oleg Protasov, delantero de la antigua selección soviética, el segundo de los “arqueros” exigía y reclamaba con orgullo:
Hablar de Italia 90 es hablar del éxtasis de nuestra selección nacional, el acontecimiento más importante de nuestra historia a nivel futbolístico que hizo olvidar la otra hazaña más importante, los chaparritos de oro en los panamericanos en México en la década de los 50.
Jugadores con muy poco profesionalismo y experiencia al máximo nivel de competición mundial se midieron contra “los mejores del mundo”, como decía una popular canción grabada por los seleccionados antes de ese mundial.
En cualquier parte del mundo cuando hablan del mundial de Italia 90 no recuerdan muchas cosas, debido a talvez un mundial mediocre, pero de seguro hablarán de grandes porteros. Goycochea, Preud’homme, Zenga y uno en especial nombrado por la revista France Football como el mejor arquero del mundial Luis Gabelo Conejo Jiménez.
Criticado por algunos debido a una supuesta lesión en el partido contra Suecia, lo cuál lo dejó fuera del partido de octavos de final frente a Checoslovaquia de Skuhravy, muchos afirman que no quiso jugar, él mismo despejó las dudas al respecto, explicando su lesión en el gemelo de una de sus piernas. Muchos piensan que si Gabelo hubiera atajado en ese partido, la historia podría haber sido diferente, pero eso es especular.
Este jugador de singular apellido, causó sensación en ese mundial, y esa gran actuación le valió para que se interesaran en sus servicios en Europa. Al final su ficha la adquiriría el Albacete Balompié, que de la mano del exentrenador y Director Deportivo del Real Madrid, Benito Floro habían conseguido el paso a la Segunda A.
La temporada 90-91 y 91-92 jamás será olvidada por los aficionados manchegos. Primero por el título agónico de segunda división que valió por el ascenso directo a primera división arrebatándole el derecho al Murcia que no había podido ganar al Deportivo La Coruña, y con dos goles del ídolo histórico del equipo, el uruguayo Jose Luis Zalazar, vencieron al Celta de Vigo. La fiesta fué en grande en la pequeña localidad. Como partido de celebración disputaron un amistoso ante el Real Madrid.
Ya en primera el equipo del Albacete consiguión un histórico sétimo lugar, en su primer año en primera, con un equipo humilde, lo cual ha significado la mejor actuación del Albacete en primera, a ese equipo se le conoce como el queso mecánico. Jugadores como el diablo Etcheverry se dieron a conocer en esa tempora y aunque no se cumplió el sueño europeo, le valió a Benito Floro su pase al Real Madrid la temporada siguiente. A pesar de algunas criticas contra Gabelo, debido a que se le consideraba un portero solo de área pequeña, que le costaba salir por los balones fuera de su portería, en momentos en donde porteros como Pumpido e Higuita revolucionaban el medio, Conejo seguía quedandose bajo los tres palos. De todas formas sus actuaciones fueron formidables y se ganó el puesto titular durante dos temporadas, una en segunda y la otra en primera, con la confianza del técnico y el cariño de los aficionados que aún recuerdan esa gesta heróica.
Recordar es vivir, y en momentos en que el fútbol nacional pasa por un problema de identidad futbolística debido a un orgullo infundado, donde pasamos de ser los “reyes” del área a la débil selección que vimos en Alemania 2006 y que aún mantiene la mala racha, además de un cambio (des) organizacional y generacional a paso lento que influye negativamente en el rendimiento. Equipos como México y USA nos llevan años luz de ventaja, aunque nos duela. Podríamos pelearles un partido, son 11 contra 11, pero no nos engañemos, económica, organizacional y futbolísticamente ellos siguen siendo los reyes.
La humildad y el trabajo fueron los mejores compañeros en Italia 90, el buen fútbol lo fué en el 2002. Todas esas cosas están ausentes en este momento, por eso he querido recordar a uno de los héroes de nuestro fútbol, con el fin de hacer entender a muchas personas los sacrificios que se deben hacer antes de triunfar, y no simplemente dar pequeños pasos y pensar que se llegó a la meta. Gracias Gabelo por poner en alto el nombre de nuestro querido país.