No cabe la menor duda, España es la mejor selección en la actualidad. El destino le ha dado al fútbol un mensaje muy interesante en esta final en Johanesburgo. Ganar lo es todo, pero también se puede ganar jugando bien, aunque para esto, evidentemente, se requiere de jugadores con calidad superior.
España tuvo un promedio de goles muy bajo, 8 goles en 7 partidos. Todos a excepción de Chile, contra los ibéricos nunca lucharon por el dominio del balón. Sucumbieron desde el inicio condenados a las posiciones defensivas. De esos sólo Honduras recibió más de un gol. Prueba de la frialdad con la que afrontaron esos compromisos. Psicológicamente los equipos se prepararon para aceptar que España era superior. Jugaban a otra cosa.
Con las alineaciones confirmadas, los dos equipos estaban seguros de que no había sorpresas, todo estaba saliendo como lo esperado. Sin cambio de planes. España repitió el equipo ganador contra Alemania. Holanda con su titular del 1 al 11.
Sergio Ramos comenzó a crear problemas. Dirk Kuyt no solamente tenía que retroceder mucho sino que a pesar de sus esfuerzos, no lograba llegar con claridad a posiciones ofensivas. Busquets sobre Sneijder. Capdevila sobre Robben. El lateral izquierdo tenía una tarea complicadísima, pero al menos durante el primer tiempo, Robben no sacaba ventaja.
Claramente el partido se tornó violento. Con irrespeto de los dos equipos hacia el juego limpio y hacia Webb, que con la necesidad de no complicar de alguna forma el espectáculo, decidió evitar expulsar. Sobre todo los holandeses, jugaron siempre al filo del reglamento, casi como único recurso para detener la técnica española. Van Bommel fue lo que siempre ha sido, un jugador con mala intención y pésimo carácter (recordemos sus pasos en el PSV, Barcelona, Bayern Munich y la selección – incluidos los cortes de mangas). Para terminar de representar esto, la entrada de De Jong sobre Xabi Alonso con una patada al pecho, queda como la imagen del juego sucio del partido.
España no encontraba las vías. Le faltaba amplitud. La presión de Holanda surtía efecto en varias zonas. Fuese como fuese, los holandeses generaron ocasiones, no muchas pero más que importantes para haberse puesto al frente en el marcador. Sobre todo en los pies de Robben. Las esperanzas siempre estuvieron en él. Con su velocidad en movimientos en diagonal fue lo que más inquietó a la defensa española pero se topó con Casillas, otro de los héroes. Pero las mejores oportunidades siempre estuvieron del lado español. Incluso en tiros de esquina. Sin embargo la anotación no llegaba. Los tiros desde fuera del área fueron menos que contra Alemania, intentaban siempre una posición más cercana a meta. A veces incluso con cierto individualismo dentro del área. Vicente del Bosque tuvo su cuota de protagonismo con los cambios. Buscó amplitud y profundidad por derecha con el cambio de Navas por Pedro. Esto porque Pedrito no sobresalió tanto como en el partido anterior y era el momento para el sevillano que demostró mejor nivel que Silva para el puesto. Van Bronckhorst estaba siendo sobrepasado una y otra vez por los constantes ataques de la banda sevillana Ramos-Navas. En este momento Van Marwijk también tuvo su respuesta desde el banquillo con el ingreso de Elia. Kuyt no había jugado mal, siempre con su inteligencia posicional pero Holanda necesitaba responder antes de que fuese tarde. Al estilo Mourinho, este cambio tenía un doble sentido en su aplicación defensiva en primera instancia y por supuesto generar mayor peligro con la verticalidad de Elijero Elia. Los movimientos por la izquierda de Elia, Van Persie y Sneijder, le daban mejor proyección en diagonal a Robben.
También entró Fábregas por Xabi Alonso, el mismo cambio que Vicente del Bosque hizo contra Paraguay. Era ya arriesgando un poco más. Tampoco nadie estaba regalando nada y los 90 minutos finalizaron con empate a cero.
Iniciaron los tiempos extra con la respuesta de Holanda con el ingreso de Van der Vaart. En este momento el partido pudo haberse tornado en uno de ida y vuelta. Incluso en dos contragolpes España pudo liquidar el partido. Los entrenadores quemaron sus cartuchos, Braafheid por Van Bronckhorst y Torres por Villa. Cambios de piernas frescas más que movimientos táctico-posicionales. Era el segundo tiempo extra y España lucía más entero. Llegó por fin una expulsión, de Heitinga en una incursión de Iniesta. Van Bommel tuvo que colocarse como central y Van der Vaart y Sneijder debían retroceder aún más. Sobre todo Van de Vaart que acababa de ingresar.
Sin renunciar a su estilo, con juego entre líneas, ahora con más espacio para transitar con la pelota de pie a pie, España tuvo su recompensa. El gol fue eso, el premio a la constancia y en los botines del más humilde de todos, Andrés Iniesta. Las incontables decepciones han quedado en el olvido y la mejor selección española de todos los tiempos logra la inmortalidad de la gloria del fútbol. El tiki-taka quedará marcado en los libros de historia, regala un aire de frescura ante los resultadistas y vuelve a equilibrar la balanza. Fútbol generoso y proactivo. Casillas, con destellos del divino Zamora y con la vestimenta verde como mal aventurado Arconada en los ochenta, levanta la Copa del Mundo.